Responsabilidad

Responsabilidad

La principal idea que ha estado rondando en mi mente y que ha sido la causante de que este artículo saliera a la luz es la escasa responsabilidad con que planteamos el futuro de nuestro desarrollo. Ello incluye necesariamente la referencia inexcusable a los jóvenes y la necesidad de la sostenibilidad de un sistema socio-económico basado en el valor de las ideas.

Hemos dedicado gran parte de nuestras vidas a formar profesionales universitarios cualificados (ingenieros, licenciados, …). Hemos contribuido con nuestros aciertos y errores a modelar la forma en que afrontan su trabajo, ya desde su época de estudiantes, y más concreto en mi caso en el área de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones (TIC). El objetivo siempre ha sido una formación responsable que se proyecte directamente a la sociedad más o menos próxima.

 


Sin embargo, creo que los agentes socio-económicos se han desentendido de su responsabilidad. Han mirado para otra parte. Se han olvidado de que ellos son también responsables del desarrollo. No se trata de poner el dinero de los contribuyentes para formar ingenieros (o cualquier otro titulado) y después despreocuparse de los potenciales resultados que serán capaces de devolver a la sociedad.

Es necesario que los agentes socio-económicos se preocupen de explotar los resultados (no hablo de explotación personal) potenciales de esta fuerza productiva que se ha formado en el entorno universitario. Más allá de estar pendientes del pelotazo, la ganancia inmediata, la dependencia continúa de la subvención, la falta de diversificación económica y la espera de ver que hace el otro para no tener riesgos; es necesario una responsabilidad claramente identificada en el desarrollo de los sectores productivos.

Durante muchos años nos han hablado de los incentivos para la creación de empresas, zona ZEC, RIC, etc., siempre en la vía de la desgravación fiscal, siempre con el dinero de todos, con el objetivo de la creación de empleo en sectores alternativos al turismo. Hemos recibido millones de euros de Europa para la formación de los trabajadores canarios. Sin embargo seguimos diciendo que están poco preparados, que el paro en Canarias tiene unas cifras récord en Europa, que es necesario más ayuda. No será que el modelo no funciona, que el dinero recibido no se emplea de forma eficiente. Es dura la afirmación pero o somos muy torpes en la realización de planes de inversión, planes de formación, etc. o algo falla en todo este sistema. Sigo pensado que es una falta de responsabilidad que no se devuelva a la sociedad la riqueza obtenida en forma de inversiones, creación de empleo, mecenazgo, etc.

¿Realmente tan trucado está el sistema que no ve la realidad? ¿Están tan polarizados los filtros que la fotografía sale tan desvirtuada? ¿Realmente se lo creen? Yo no.

Por encima de todo esto creo firmemente en los jóvenes y por proximidad en los jóvenes canarios. Día a día me demuestran que son personas trabajadoras, que cada día, a pesar del entorno desmotivador en que se mueven, hacen su trabajo en su centro de estudios, sus prácticas, etc. Se merecen una, otra y otra oportunidad para salir adelante. Son los mismos jóvenes que han tomado, ahora no su maleta como decía Pedro Lezcano, sino su mochila y su teléfono móvil, su portátil y van en busca de trabajo especializado a Madrid, Europa, América o Asia. Antes se han formado en diferentes estudios, idiomas, muchos tienen varias titulaciones, incluso doctorados. Estos jóvenes, que buscan su futuro, que no tienen miedos ni complejos, saben que su futuro pasa por sus manos y no por las del amigo del padre, y son valientes. Particularmente pienso que somos nosotros los que tenemos que aprender muchas cosas de ellos, cosas que no aprendimos por las circunstancias del momento, esas que aún quieren seguir manteniendo presente ciertos modos de pensar y de actuar, muy alejados de un sistema democrático de un estado moderno.

Esos jóvenes que por encima de todo tienen la ilusión de luchar por mejorar, por avanzar, por aplicar su formación a algo de lo que sentirse orgulloso. Y porque no decirlo: de vivir de y para la profesión para la que se han formado.

No hay que dejar de indicar que, en toda sociedad siempre aparece una minoría que trata de imponer su apatía social y hacerla visible por encima de todas las cosas, cuando la realidad del día a día es diferente: jóvenes y otros no tanto que luchamos por sacar adelante con nuestro mejor oficio la labor que tenemos encomendada y que hemos escogido (o no). Esa minoría, a pesar de tener potentes altavoces, no puede marcar el devenir ni el futuro de una mayoría ilusionada. Es la labor de todos, pero especialmente de las personas que hemos elegido, al igual que la es de los profesores que tenemos entre mano la formación de los jóvenes, ilusionarles, provocando desafíos y respuestas apasionadas. Esos desafíos son los que hacen avanzar la sociedad de generación en generación, haciendo crecer una nueva sociedad donde antes se había establecido la crisis.

Esta cuestión sigue siendo de actualidad en tanto que diversas declaraciones, desde personas sencillas hasta quienes nos dirigen, ven como un gran futuro que Alemania (en general, países avanzados) solicite ingenieros formados en España. Esta situación donde se contrata personal cualificado como consecuencia de la demanda inducida por el efecto innovador del sector empresarial es normal en todas las sociedades avanzadas. Además no es nuevo en nuestro entorno: muchos ingenieros canarios están trabajando en Europa, EEUU, América Latina, Asia o Australia, como resultado ya sea del interés por conocer otros sistemas de producción o del mero hecho de que no se ha invertido lo suficiente en las islas para cubrir este plantel de personas capaces de crear riqueza de forma sostenible. Son las manifestaciones realizadas y el contexto y forma en que se hacen lo que irrita sobremanera. Nos da lo mismo perder dicha fuerza creadora, pensando que ya vendrán otros si los necesitásemos. Como si su formación no costase nada, tanto en tiempo como en esfuerzo económico, empujando fuera de la “empresa” llamada Canarias a los mejores profesionales que hemos formado.

Recordar que fue George Washington, quien expresó en enero de 1790 ante el Congreso de EEUU “Nada puede merecer más nuestro patrocinio que la ciencia y la literatura. El conocimiento es en todos los países la base más segura de la felicidad pública”. Después de varias vueltas a lo largo de los siglos, sin embargo seguimos pensando que en nuestro frágil entorno podemos seguir con modelos de desarrollo arcaico basados en la cantidad (record del siglo en turistas, más camas hoteleras, más carreteras, …) y no en la calidad que aporta añadir valor a un producto o servicio en base al conocimiento que dispone una fuerza como la que le ponemos en bandeja a las empresas alemanas.

Es cuestión de responsabilidad.

[1] Agradecer los comentarios y contribuciones recibidas sobre la versión original.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *